ESCRITOS, FOTOGRAFIAS, LA GRAN TORRE, MI PRIMER MUNDO, PARANOIAS, RECUPERACIÓN, TRISTEZA

Día 00106 – Mi primer mundo

La GranTorre, vigilante imperecedero, constante y atemporal, me reclama. Testigo de mi niñez, adolescencia y madurez restriega ante mis ojos todos esos momentos que pase a su lado observándola siempre por el rabillo del ojo como algo que no miraba pero que sabia que estaba siempre ahí. La angustia duele, física y mentalmente. Un dolor que se nutre de la desesperación, de la incapacidad de aceptar que las personas desaparecidas y los momentos pasados ahí, junto a La Gran Torre, nunca volverán. La Gran Torre me llama, me suplica que vuelva a mis raíces, que vuelva a circular, como sangre vital, por las arterias de sus calles y yo siento igualmente la necesidad de hacerlo al sentirme como sangre sin receptáculo. En mi mente estallan las imágenes de días de sol en la azotea y de noches durmiendo bajo las estrellas. Mi nariz huele los braseros de picón y la humedad de aquellas calles estrechas únicas. Mis oídos escuchan, diariamente, las campanas. Campanas que a veces acompañaban con su melodía momentos felices y a veces la más triste de las miserias. Pero las calles, esas venas, esa vitalidad, es lo que golpea con más fuerza junto a la ausencia de ELLA y muchas otras cosas más. Caminos que he recorrido miles de veces solo y acompañado con mil y un amores. Caminos que han sido impregnados con mis pensamientos. Caminos que ya no recorro, salvo de vez en cuando, y que cuando lo hago me acogen con sus brazos abiertos dándome la bienvenida e instándome a llenarlos diariamente con mi caminar. Todo mi ser esta allí, junto a La  GranTorre y sus alrededores. Mi destino es volver a su seno, me destino es vivir y morir allí, alimentando con mi esencia, al igual que hicieron mis predecesores, la estructura de La Gran Torre.
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